El verano es una fiera de mil bocas un pozo que nunca se llena una moneda no lanzada. Somos lazos-sogas nudos que moldean otras manos víctimas y verdugos del pasado pero siempre buscadores de luz. Agua y sed soy. Un río me llama desde el fondo de la noche.
Desconocer en qué momento surgirá la sorpresa, el acto enamorado de la luz o si me vigila en su escondite un alborozo inesperado o que sea respirar, sin más, el presagio de una presencia. Cuánto deseo de un hallazgo en nuestro corazón. Cuánto misterio en la ciudad o sólo es el silencio.
Maria Antonia Ricas, extraído del libro Cielos de Toledo.