jueves, diciembre 29, 2011
jueves, diciembre 22, 2011
sábado, diciembre 17, 2011
jueves, diciembre 15, 2011
Los ojos del Auriga, Jesús Ferrero
Un invierno estuve en Delfos. Nevaba copiosamente. Cuando descendí del autobús procedente de Atenas no había visibilidad a partir de dos metros y hacía un frío tétrico. Cené junto al fuego de una chimenea.
A la mañana siguiente abrieron el museo para mí y dos alemanes. Me impresionó el Auriga. Probablemente es una de las estatuas que más me ha impresionado en la vida. Pero no sirve de nada verla en fotografía, hay que verla al natural, estar junto a ella, sentir su respiración.
Da igual que le falte un brazo y de que el tiempo le haya robado el carro y los caballos que lo precedían. Está mucho más vivo que la persona que pudo haber servido de modelo, y que murió hace miles de años.
Es difícil saber por qué en cuanto uno permanece unos instantes junto al Auriga siente que ha entrado en una extraña intimidad con él, con su mirada tranquila y concentrada.
No es un auriga que vaya con los caballos al galope, más bien parece que van trotando por un camino elíseo, pero no se percibe en él sentimiento alguno de triunfo, tampoco de derrota. Sólo hay tranquilidad y concentración. Está mirando hacia afuera pero también hacia dentro. Y es esa fuerza dirigida hacia interior, tan característica de la mirada del Auriga, lo que más arrastra.
A las doce del mediodía ya me iba a ir de Delfos y seguía nevando. Un taxista borracho me propuso llevarme a Atenas. Percibí en mi interior la mirada del Auriga y me negué a subir al coche. Lo hicieron por mí los dos alemanes que me habían estado siguiendo por el museo como dos heraldos negros que estuviesen contando mis pasos. Les supliqué en español que no subieran. O no me entendieron o no me quisieron entender.
Al día siguiente vi sus fotos y la del taxista en la página de sucesos de un periódico de Atenas. Desde entonces siempre que estoy en Grecia me voy a ver la estatua que respira, de la misma forma que siempre que estoy en China voy a ver el Buda del Palacio de Verano. Extraños amigos que no mueren nunca y que me saludan desde el futuro, como si en ellos el túnel del tiempo se hubiese invertido y ya me estuviesen mirando desde un ayer por venir, que me hace sentirme perdido en el espacio y el tiempo y a la vez muy dentro de mí.
En ese mismo estado en que parece hallarse el Auriga, de atención flotante y a la vez concreta, hacia el interior y el exterior, hay que ubicarse cuando nos ponemos a pensar, y aquel día en Atenas me puse a pensar como pocas veces en mi vida.
Jesús Ferrero
jueves, diciembre 08, 2011
domingo, diciembre 04, 2011
sábado, noviembre 26, 2011
sábado, noviembre 12, 2011
sábado, noviembre 05, 2011
jueves, octubre 27, 2011
viernes, octubre 21, 2011
viernes, octubre 14, 2011
jueves, octubre 13, 2011
sábado, octubre 08, 2011
Retorno
El humo de Ítaca
¿Hay un hogar? ¿Se parte de algún sitio?
Siempre de las ruinas, pero exigen
las ruinas hogar un día construido.
Se parte de algún sitio, del derrumbe
del manto, de la saya
caída,
de la camisa rota,
del ánimo cortado por no se sabe qué,
por no se sabe quién.
Y se encamina uno hacia el pasado.
Jorge Urrutia.
sábado, octubre 01, 2011
miércoles, septiembre 28, 2011
sábado, septiembre 17, 2011
miércoles, septiembre 14, 2011
sábado, septiembre 03, 2011
jueves, septiembre 01, 2011
Sobre Fleurs, Mariano Serrano en ABC
La acuarela, según su etimología, es un procedimiento de pintar en el cual interviene el agua. De todas las técnicas pictóricas es la única que se pinta totalmente por transparencia. Su soporte, universalmente adoptado, es el papel y es el blanco del papel el que proporcionará la luz de la composición. La gran dificultad de la acuarela es que se ha de trabajar con pinceladas definitivas porque si se intenta insistir para rectificar, los colores se «embarran».
En Toledo siempre han existido grades acuarelistas, recordemos a Bacheti, Pintado, Arellano y el actual Julio González Ávila. Cada uno con su peculiar manera de ejecutar la acuarela pero todos con una calidad técnica y artística inigualable. Pues a este linaje de artistas se incorpora, con total merecimiento, José Antonio García Villarrubia. Todos ellos interpretaron a Toledo captando sus paisajes y rincones en luminosas composiciones con su propia identidad. G. Villarrubia también lo hace, como pudimos admirar en su última exposición «Oppidum» en Santa María de Melque. Allí nos mostró todo un recital de vistas toledanas, panorámicas, puertas y murallas con un tratamiento muy personal de la acuarela. Paisajes de tonalidades cuasi monocolor, donde las luces, las sombras y los volúmenes protagonizan la armonía de la composición. Algunos, sumergidos en la brumas del Tajo durante esas mañanas en las que un velo de luz envuelve las edificaciones, y sus perfiles se funden en una nebulosa cuado el sol pugna con la niebla, que sube del río, tratando de iluminar la Ciudad. Para captar esa atmósfera hay que haberla vivido y contemplado como ha hecho Villarrubia. En esa muestra ya pudimos sorprendernos con una concepción nueva y distinta de la acuarela tradicional.
En el arte, cuando un autor es capaz de identificarse por su obra sin necesidad de firmarla, es que ha logrado una personalidad artística, difícil de conseguir si no es con calidad, oficio y genio. Y este es el caso de G. Villarrubia. Ahora su característico estilo lo consagra al culto de las flores, armonizando la delicadeza cromática de los pétalos y las hojas con la suavidad de su textura y la atmósfera que las rodea. De nuevo la «atmósfera». Es la singularidad de las acuarelas de G. Villarrubia; el colorido confiere a sus composiciones éter, aire en el espacio. Y nos encontramos con una sucesión de conjuntos florales: lilas, margaritas, azucenas, rosas, hortensias, calas; inmersas cada una en su entorno. El autor titula a su muestra «Fleurs», poética denominación en su fonética para revelar la poesía que ha pretendido ofrecer con cada uno de sus cuadros.
Contemplando esta exposición recordé el artículo «Cultura de la obra de arte» del filósofo Eugenio Trías, diciendo: «Cuando me pregunto por el estado de nuestra cultura, una cultura en crisis -y una cultura de la crisis- siempre mantengo la no defraudada esperanza de que en el instante más desatendido, o en el momento más inoportuno, aparecerá, aquí, allá, una furtiva obra de arte que acabará convenciéndonos por la luz que late en su interior» Porque en medio de las manifestaciones artísticas que cada día nos consternan, las acuarelas de José Antonio G. Villarrubia son como una bocanada de aire puro procedente de la luz que late en el interior de su arte.
Los amantes de la pintura no deben pederse esta exposición en la Galería de Arte Ar+51 de la calle Venancio González 13 en Toledo.
viernes, agosto 26, 2011
lunes, agosto 15, 2011
viernes, agosto 12, 2011
jueves, agosto 11, 2011
domingo, agosto 07, 2011
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jueves, julio 28, 2011
martes, julio 19, 2011
domingo, julio 17, 2011
Olores de verano, La Tribuna de Toledo.
Sin tensión y sin estruendos. La Galería de Arte ‘Ar+51’ acoge, hasta el próximo día 15 de septiembre, una muestra que retorna el equilibrio perfecto al pulso en los siempre agotadores calores del verano. José Antonio G. Villarrubia presenta flores hechas acuarela; acuarelas convertidas en flores para la ocasión. Exhibe la técnica con humildad y extrae la imagen de un contexto, eso sí, en el que la ensoñación es inherente.
Suelen otorgar, las flores recreadas/pintadas/dibujadas, una sensación de cierto estancamiento que, en este acuarelista, se complementa con un cuidadoso trabajo que alimenta el aprecio por el detalle, por la recreación de hortensias, rosas, lilas, lirios o calas que aparecen como suspendidas, mecidas por esa brisa que no se contempla pero que, implícitamente, se palpa. Porque entrar en ‘Ar+51’ estos días es cruzar una especie de jardín sustentado en las paredes, dotado de aroma ausente y tocado por el romanticismo de quien atrapa lo más lírico de la flor del almendro.
Incluso para los no degustadores de las flores sobre soporte, esta exposición puede ser un apunte en el que deleitarse a través de una técnica que, digan lo que digan, siempre es digna de ser reseñada cuando es hallada. Porque no siempre pesa la estética sobre la ‘métrica’, el trabajo de Villarrubia contrarresta los extremos y conjuga la plástica con la poética sin apenas solapamiento, con la placidez del autor que sabe que en el centro siempre aparece el sustento de lo bien ejecutado y mejor concluido.
Y puesto que los tiempos son los que suelen marcar los calendarios en lo que exposiciones se refiere, nada más adecuado que exhibir flores sobre papel-papel tornado en flores en días de verano. Invita, por tanto, al paseo reposado tanto de locales como de visitantes.
Sobre Villarrubia. José Antonio G. Villarrubia fue alumno de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, donde cursó estudios de diseño gráfico. Es alumno del pintor Pedro Cano, residente en Roma y Murcia. El autor ha sido seleccionado, dentro de muestras colectivas, en los certámenes de acuarela Villa de Caudete (Albacete), en 2009; Ciudad de Ceuta; Benalmádena (Málaga) y Puig Rodá (Vinarós, Castellón), en 2010.
Ha participado en diversas exposiciones, entre ellas las colectivas en la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia (El Puerto de Santa María, Cádiz); en la Galería Bernesga (León); en el Castillo Pitamiglio (Montevideo, Uruguay); en la sala Arte Club (Montevideo, Uruguay); en el Palacio de Benacazón (Toledo); o en la Galería Adarve (Toledo).
En cuanto a las muestras individuales, José Antonio G. Villarrubia ha exhibido su obra en la sala de exposiciones del Sitio Histórico de Melque (San Martín de Montalbán, Toledo) y en El Antojo (Toledo), en el pasado año 2009. Durante el pasado mes de mayo, participó de una exposición colectiva, en Ordizia (Guipúzcoa).
viernes, julio 08, 2011
domingo, julio 03, 2011
sábado, junio 25, 2011
Sagrario Benayas en ABC. En el jardin del Cigarral
FLEURS:
EN EL JARDÍN DEL CIGARRAL
Por Sagrario Benayas
Hay en tierras muy lejanas / un palacio misterioso, / con millares de ventanas / y unas flores tan galanas, / que hasta el sol está envidioso / cuando surge en las mañanas. / Y aseguran quienes fueron / a tan plácidas regiones, / que no vieron / más espléndidas mansiones, / ni más célicos jardines / de claveles, de rosales, de azucenas y jazmines.
Amanece la primavera en el cigarral. La dulce luz de la aurora arranca la materia de las flores y las transforma en pensamientos. Mientras, Toledo se despierta…
El próximo día uno de julio, se inaugura, en la toledana galería de arte Ar+51 de Antonia Sánchez Balmaseda, una exposición de acuarelas del pintor José Antonio G. Villarrubia con el nombre de Fleurs. La muestra consta de cuarenta obras. Como el título indica, el creador ha plasmado las más bellas flores de la primavera en los cigarrales toledanos, y las ha colocado con esmero en cada pintura. En este jardín crecen todas las flores imaginadas: hortensias, calas, rosas, margaritas, lirios, lilas, azucenas… El artista, con una pincelada suelta y fluida, plasma en su obra con certero acierto la esencia estética del mundo vegetal. La técnica ayuda a desprender de su materialidad a las figuras, y, de esta forma, las hace eternas. Estas flores nunca se marchitarán, porque su belleza se ha hecho idea. Pero, les invito a dar un paseo por el jardín de G. Villarrubia. ¿Ven? En un rincón sombreado y húmedo, donde habita la melancolía de las piedras que verdecieron por el musgo del todopoderoso invierno, sobre tierra acolchada, asoman las hortensias coronadas con lágrimas de rocío cuando despiden la noche (serie: Hortensias). Dejadme las hortensias vestidas de pupilas, con traje de mirada, / esa campana vegetal que ya no suena y llora un zumo epílogo […]. Más allá, las rosas esperan la llegada del jardinero para adornar, en un jarrón cristalino, la alcoba de la enamorada (cuadros correspondientes a la serie Rosas, Rosa Damascena, Rosa de Té y Rosal). ¿Cómo vive esa rosa que has prendido / junto a tu corazón? / Nunca hasta ahora contemplé en la tierra el volcán sobre la flor. Junto a las rosas, en el búcaro, sobresalen los nardos, Eva y Adán en un edén armónico. En el paraíso del cigarral nacieron y, ahora, como sahumerio de flores, aromatizan el tálamo (cuadro: Nardos). Tus manos son dos nardos que mi boca / ensortija de besos. En tus manos, / transformose el manojo de mis penas / en manojos de cantos. […]. Deja verlas, Amada. Que mis besos / endulcen el dolor de su cansancio / y déjame anunciarte que el mañana / es una blanca redención de nardos. Las calas miran nerviosas al cielo, bañadas por un sol albo recién nacido, que balbucea, y vibran en giros de baile; frívolas, se han olvidado de que nacieron en un huerto monacal. La luz de Selene cinceló las copas de las calas, de plata lunar en la noche, y, ahora, quizás, el astro rey las transforme en áureos vasos (cuadro: Calas). Y una luz irreal, que parece venir de la Trascendencia, viste las inmaculadas azucenas, que sueñan con el más elevado destino: ornarán el trono de la custodia en el día del Corpus Christi (cuadros: Azucenas y Dúo). La gota de rocío que en el cáliz duerme de la blanquísima azucena, / es el palacio de cristal en donde / vive el genio feliz de la pureza. Levantan orgullosos sus penachos lirios blancos y cárdenos, sabiéndose símbolo regio, borbónico, faz bordada en emblemas de caballeros y sábanas de damas. […] hay un lirio solitario / de color extraordinario / de tan bello como es. / Su corola tan brillante / como el más puro diamante / del Brasil / no temía los rigores / del invierno, y sus olores / derramábanse en enero y en abril (cuadros: Lirio blanco, Lirio morado y Lirios). La mala estrella persigue a las adelfas. Alguien, en otro tiempo, esparció la semilla de la infamia. Ellas, al paso de la brisa, niegan con la cabeza que su aroma mude la gracia de las naricillas de las jóvenes curiosas, y, como fruto de un mal de ojo, las transforme en el apéndice de Cyrano de Bergerac (cuadro: Adelfas). No me esperes / –te dije– / junto a la adelfa, / que la adelfa es amarga / y eres doncella. Se mecen las lilas borrachas de agua de mayo, doblegan las ramas de un árbol cuajado de racimos florales, zarcillos de amatistas repujados por un orfebre divino (Lilas I, II y III). Con lilas llenas de agua, / le golpee las espaldas, / y toda su carne blanca / se enjoyó de gotas claras. Un rito sacrificial pone fin a la existencia de las dalias; sobre alguna tumba del camposanto, a los pies del crucificado, yacerán honrando la memoria de los muertos. Tómame ahora que aún es temprano / y que llevo dalias nuevas en la mano. / Tómame que aún es sombría / esta taciturna cabellera mía. / Ahora que tengo la carne olorosa / y los ojos limpios y la piel de rosa. / Ahora que calza mi planta ligera / la sandalia viva de la primavera. Y, como el jardín tiene algo de magia, allí nace la mimosa, minúsculos botones de sol, heraldo de la resurrección de la flora (cuadro: Mimosa). Al fondo, salpican el camino los árboles vestidos, de nuevo, de nieve de azúcar (cuadro: Almendro). Bajo ese almendro florido, / todo cargado de flor / –recordé–, yo he maldecido / mi juventud sin amor. Avanzada la primavera, un manto carmesí cubrirá los campos del cigarral (cuadro: Amapolas). […] en el paisaje inmenso, en el aire fragante, / divinamente mudo, me tenderás, amante, / tus rojos labios como una roja amapola. Las luminosas margaritas, víctimas de una gran duda, aguardan que sus guedejas alfombren la arena del jardín, mientras, ella, satisfecha, con el último mechón, exclame loca de gozo: ¡Sí, me quiere! (cuadro: Margaritas). Y en una tarde triste de los más dulces días, / la Muerte, la celosa, por ver si me querías, / ¡como a una margarita de amor te deshojó!
Tornó la primavera, / brotó la flor primera / de nácar y coral, / y en busca de las flores / tornaron los cantores / de lenguas de cristal.
José Antonio G. Villarrubia (Toledo, 3 de agosto de 1965) fue alumno de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, donde cursó estudios de diseño gráfico. Es alumno del pintor Pedro Cano, residente en Roma y Murcia. Ha sido seleccionado, dentro de muestras colectivas, en los certámenes de acuarela Villa de Caudete (Albacete), en 2009; Ciudad de Ceuta; Benalmádena (Málaga) y Puig Rodá (Vinarós, Castellón), en 2010. Participó en las siguientes exposiciones durante 2008: colectiva, Academia de Bellas Artes Santa Cecilia (El Puerto de Santa María, Cádiz); colectiva, Galería Bernesga (León); colectiva, Castillo Pitamiglio (Montevideo, Uruguay); colectiva, Arte Club (Montevideo, Uruguay); colectiva, Palacio de Benacazón (Toledo) y, colectiva, Galería Adarve (Toledo); en 2009, colectiva, Bienal de Acuarela Villa de Caudete (Albacete). Ha colgado su obra en la sala de exposiciones del Sitio Histórico de Melque (San Martín de Montalbán, Toledo) y en El Antojo (Toledo), en 2009. Durante el pasado mes de mayo, participó de una exposición colectiva, en Ordizia (Guipúzcoa).
Nota: Los textos en cursiva pertenecen a Rimas, de G. A. Bécquer (1836-1870); El Lirio, de L. Hernández Alfonso (1901-1979); Balada de la adelfa, de A. Murciano (1929); Margarita, de R. Darío (1867-1916); La hora, de J. de Ibarbourou (1892-1979); Con lilas llenas de agua, de Juan Ramón Jiménez (1881-1959); La primavera besaba, de A. Machado (1875-1939); Sé buena, es el secreto, de M. Machado (1874-1947); Poema de tus manos, de J. Orta Ruiz (1922) y Cinco poemas para abdicar, de B. Andreu (1959).
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