jueves, febrero 15, 2007

Palmira

Grafito


Aquí, me dije, aquí se alzó en otro tiempo una ciudad opulenta; aquí existió un imperio poderoso. Sí, estos mismos lugares, ahora desiertos, una multitud de vivientes los animaba en otros días; un gentío inmenso circulaba entonces por estos mismos caminos hoy tan tristes y solitarios. En estos muros, donde reina un silencio tan tétrico, habrá resonado el eco de las artes y los gritos alegres de las festividades públicas; estos mármoles amontonados, formaban sólidos palacios; estas columnas caídas, adornaban la majestad de los templos; estas galerías destruidas, rodeaban las plazas públicas. Aquí concurría un pueblo numeroso a llenar los deberes respetables de su culto y atender a los cuidados importantes de su subsistencia. Allí una industria creadora de las comodidades, atraía las riquezas de todos los climas y se veían cambiar la púrpura de Tiro por el precioso hilo de la Siria , los tejidos delicados de Cachemira por los tapices fastuosos de la Lidia, el ámbar del Báltico por las perlas y los perfumes árabes, y el oro de Ofir por el estaño de Tule.


Constantino Francisco Chassebeuf, Conde de Volney, fagmento de Las Ruinas de Palmira

5 comentarios:

Sintagma in Blue dijo...

Nada más evocador que la ruina, tal vez más aún que la construcción original.

Anónimo dijo...

Memorias veneradas de otros días,
soberbios monumentos,
del pasado esplendor, reliquias frías,
donde el arte vertió sus fantasías,
donde el alma expresó sus pensamientos.

De Salomé Ureña.

Anónimo dijo...

Ah y se me olvidó decir que me encanta el dibujo! Ejem...

Anónimo dijo...

Sí de las ruínas haces arte... puedo imaginar, que conviertes despojos en vida, a través de tu pintura.
Milena

Osselin dijo...

La poderosa boca de Cronos
cercena el árbol
que fue milenario
lame ladrillos, maderas y hierros
Ay! vípero y corrosivo salivajo de lenta muerte

Su silbido suave, hipnótico
engaña a las criaturas
que olvidaron de donde vienen
que no sospechan de su futuro
quizás tres mil bellos aleteos:
efímeros, pasajeros

Pero las quemadas ramas de brezo
del viejo bosque de las Edades
si conocen a Cronos
Aguantan incólumes los incendios
de las hogueras del tiempo
y prueban de huir en deseperado gesto..
Nada que hacer
Cronos sigue devorando a sus hijos
cercenando árboles milenarios
lamiendo vitriólico todo...todo
hasta que llegue El Momento

(osselin)

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