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Taberna "El Antojo", Praga y Nápoles
miércoles, abril 08, 2009
lunes, abril 06, 2009
Maria Antonia Ricas
Fragmentos del color
La mañana de julio mueve su realce y ha desoído decadencias. Ahí la luz, ahí el verde azulejado, luz arqueada, enjoyada, casi humana después de todo oscuro. Y entrar, salir, jugar, ser transparente.
¿Qué vida detenida niega un vuelo para el papel mojado igual que un pájaro llegando del alminar? El pájaro que nos trae tierra encendida, que habla con el viento, que trae esmaltes, que se transforma en viento, que nos cita.
cómo alear el resplandor y el agua: contempla incursiones del día en una tentativa de calimas, y diferencia los blancos dientes de aleteo de ganso, blancos que virarán a la tintura de oro denso en la tarde ardiendo.
Pero ahora toma de la humedad la exquisitez de la mañana; en una gota de agua aviva arbustos, riscos, puntas de iglesia, da matices o da no color- le dicen los amigos-, y el contorno de la ciudad a punto de irse permanece, de la ciudad esquiva a un gesto que no sea un poroso latido.
Sí, da color y el promontorio blanco se sosiega, se entibia y vuela claro.
Dibuja
las corolas enormes, esa delicadeza rosadazul, naranja desde el agua atenta, azul del tiempo de su parte. Dibuja y abre una ventana; está dibujando, dibuja, y puede suceder que efímeras flores nos hablen como un cuento, sucedería que estamos vivos mientras vibra el color y juega con nosotros.
Él abre una ventana, ¿veis?, y nos favorece la luz, nos mira, nos invita.
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