Aún hoy, cada madrugada, a las cinco, Vitezslav Nezval abandona el ambiente sofocante de bares y tabernas para volver a su buhardilla del barrio de Troja, cruzando el Moldau en una balsa. Aún hoy, cada madrugada, a las cinco, los pesados caballos de los cerveceros salen de Smíchov con su pesada carga. Cada madrugada, a las cinco, despiertan los góticos bustos de la galería de los soberanos, arquitectos y arzobispos del Triforio de San Vito. Aún hoy, muy temprano, dos soldados renqueantes, con sus bayonetas en alto, conducen a Josef Svejk desde Hradcany por el Puente de Carlos hacia la Ciudad Vieja, y en sentido contrario, aún hoy, por la noche, a la luz de la luna, dos fantoches brillantes y sebosos, dos maniquíes de panóptico, dos títeres con levita y sombrero de copa acompañan por el mismo puente a Josef K. hacia la mina de Strahov, al suplicio.
Angelo Maria Ripellino.
Fragmento de su libro “Praga Magica”
Acuarela, 30x40
Acuarela 30x40
Detlev von Liliencron estaba convencido de haber vivido ya anteriormente en la capital bohemia, no como poeta, sino como capitán de lansquenetes de Wallenstein.
Tambien tengo yo la certeza de haber vivido allí en otras épocas. Tal vez llegué con el séquito de la princesa siciliana Perdita, la que, en Cuento de Invierno de Shakespeare, se casa con el príncipe Florizel, hijo de Polixeno, rey de Bohemia. O bien como discípulo de Archimboldo, “ingeniosisimo pintor fantástico”, que tuvo su residencia, durante muchos años, en la corte de Su Majestad Imperial Rodolfo II. Le ayudaba a pintar sus retratos tan compuestos, aquellos inquietantes y bufos mostachos, abultados como por verrugas y estroma, que él adornaba amontonando frutas, flores, espigas, pajas o animales, del mismo modo que los incas colocaban trozos de calabaza en sus mejillas y ojos de oro en los cadáveres.
O bien, en el mismo entorno temporal, como charlatán de un barracón de feria, en la Plaza de la Ciudad Vieja, despachaba libracos y mejunjes a los bobalicones y, cuando los esbirros descubrieron mis engaños, levanté el vuelo, volviendo de Praga como una urraca sin cola.
Angelo Maria Ripellino.
Fragmento de su libro “Praga Magica”
La ambigua ciudad moldaviana no juega con las cartas descubiertas.
La coquetería de anticuario, con la que finge haber quedado ya reducida, tan sólo, a naturaleza muerta - taciturna secuela de pasados esplendores, apagado paisaje en una bola de cristal- no hace sino aumentar su maleficio. Se insinúa socarrona en el alma con embrujos y enigmas, cuya llave solo ella posee. Praga no suelta a ninguno de sus capturados.
Angelo Maria Ripellino.
Fragmento de su libro “Praga Magica”
A menudo soñaba que había espiado los movimientos espectrales de estos edificios y había comprendido, angustiado, que ellos eran los verdaderos amos ocultos de esta calleja, que se podían deshacer de su vida y de su sentimiento, para volverlos a recuperar. Se la prestan durante el día a sus habitantes para exigírsela de nuevo a la noche siguiendo con réditos usureros.Y cuando estos extraños hombres, que viven en ellos como sombras, como entes -no nacidos de madre-, construidos su forma y su pensamiento por retazos elegidos al azar, desfilan por mi espíritu, me siento más inclinado que nunca a creer que tales sueños esconden oscuras verdades que, como impresiones de cuentos de colores, siguen ardiendo en mi alma durante la vigilia.
Gustav Meyrink, El Golem (Fragmento)