Durante el tiempo en que he estado viviendo aquí, en mí se ha fortalecido la impresión, de la que no me puedo desprender, de que hay ciertas horas de la noche y en la madrugada, en que esas casas deliberan agitadas, aunque en silencio, de manera enigmática. Y a veces un ligero e inexplicable temblor recorre sus muros, y hay ruidos que resuenan en sus tejados y caen por las canalizaciones: y nosotros no les prestamos atención con nuestros sentidos embotados, y tampoco investigamos su causa.
Gustav Meyrink, El Golem (Fragmento)